La vida no es un ejercicio vital para ser programada. Si las ciencias exactas investigan sobre la materia o las ciencias sociales sobre el sujeto histórico-social de forma pragmática y racional, la poesía es un método existencial que sirve para la investigación sobre el mundo del espíritu, pero sin programa. La poesia es ciencia (un impulso poético) imaginativa sobre el alma, pero no contiene en si una teoría que se pueda universalizar. Como dice Nietzsche, a la poesia le corresponde la poética de La Gaya Ciencia, un método jovial, un detective que enumera y señala las enfermedades corporales. En un sentido, la poesía le incumbe, en principio, investigar con ojo escrutador al hombre desvalido y deficitario, y cumple su cometido cuando llega al final de haber auscultado el malestar de la cultura. La poesía paradójicamente no es per se un método propiamente de investigación sobre el malestar, sino la comprobación fatica y real de la buenaventuranza: la poesia funciona como una lampara, enciende la luz y abre el camino para conducir al hombre del placer corporal a la dicha existencial humana.
Una vez dejado atrás el trabajo de las ciencias sociales (sobre el malestar, la angustia y el temblor a la medida de como lo define Kierkegaard), el poeta, la poesía, el impulso poético comienzan su labor de comprobación. ¿En qué punto del hombre es el comienzo? Aurobindo, en un libro que debe ser leído y meditado detenidamente, The Future Poetry, dice que es a partir de que el hombre se torna consciente del “inconsciente”. Es decir, en el momento en que el sujeto descubre la conciencia de lo desconocido, y lo acepta, sufre por añadidura una convención poética; se transforma de un testigo que conoce en un poeta que penetra asombrado en lo desconocido. El sujeto no podrá conocer la realidad desconocida que ha surgido ahora, tal y como conoció la “realidad” del malestar y la angustia, pero la transformación en poeta lo colocara pro nobis en poder sentirla y abrazarla; en poder vivir con ella. Y, hasta cierto punto, lo desconocido ahora en el poeta puede transformarlo en un creador del misterios. Una vez logrado esto, una vez que el poeta transfigura lo desconocido en su propia muerte aparente, es decir, hace de lo desconocido un medio de la experiencia vivenciar, surge una nueva entidad indagatoria, un testigo supremo que observa, una poética cósmica que avista de lejos el corpus ascético del planeta, que comenzará a soñar ahora con lo incognoscible. Y será un soñar diferente. Es a partir de aquí que verdaderamente comienza la labor indagatoria de la mas alta poesía. La poesía es -según nuestra opinión- el único método posible -como señala Heidegger- que puede hacer la pregunta esencial sobre el Ser: en que lugar se oculta y por que se oculta.
Lezama escribió un poema, El pabellón del vacío, mostrando que se había hecho consciente de este soñar, porque todo lo que escribió hasta entonces, incluyendo a Paradiso, fue soñar con el malestar de la cultura occidental. De una manera crítica, soslayando desde luego la metodología psicológica, Lezama había apoyado la tesis del psicoanálisis del inconsciente y el soñar lo represivo. Pero con El pabellón del vacío, poco tiempo antes de morir, Lezama dejaba el comienzo de un legado que nadie de la literatura cubana ha continuado. Acabo de leer El siglo entero: el discurso poético de la nación cubana en el siglo XX, 1898-2000 (Editorial Oriente, 2008), de Virgilio López Lemus, infatigable investigador de la historia de la poesía cubana. Más de trescientas páginas para corroborar la continuidad de un discurso poético de soñar el malestar de la cultura cubana. Porque todo discurso sobre el nacionalismo termina ofreciendo una verificación palpable de la ironía y el desacuerdo de una clase social sobre otra, de un sujeto social sobre otro. Aquí la poesía se mezcla con el rol de las ciencias sociales. Por eso vemos que la poesía que se escribe lleva el sello de lo psicológico, antropológico y sociológico. Aún en la literatura cubana no ha comenzado la labor esencial de la poesía.
Resumiendo: la poesía es un método esotérico de largo alcance sobre la búsqueda de lo esencial. Sobre la realidad última de de la experiencia humana. Un método que se constituye, subjetivamente, particular a cada hombre. Nadie sabe de antemano cómo es. Nadie conoce a ese método esotérico bajo ninguna doctrina universal, pero al experimentarlo in sito, se puede captar su belleza poética, se puede sentir la satisfacción y la indagación ulterior. Para los cubanos puede considerarse como un método: ¡Bayam! No trabaja en la superficie, no indaga en el inconsciente; busca mas allá. Conceptos como superhombre de Nietzsche, Belcebú de Gurdjieff, Naturaleza de Emerson, Dicha grande de Martí, por mencionar sólo algunos ejemplos, pertenecen al soñar las buenaventuranzas, cuyas resonancias etéreas pertenecen al comienzo y evolución de la investigación poética. De modo que, para concluir, la poesía apunta, metafóricamente como dice Mabel Collins en Luz en el sendero, a que “la paz sea contigo”. Es como funciona una lámpara, alumbra el camino oscuro hasta llegar al claro del ser.
Padre