Joaquín Gálvez opina sobre el post de Callejas

Escolios al ensayo “Existen tres tipos de poetas…”, de Ángel Velázquez Callejas

Por: Joaquín Gálvez

 

El primer tipo, el poeta moderno, abunda hoy. Es el poeta del modernismo. Está interesado en el ego poético. En crear un mercado, en un lector.

Creo que la poesía es lo que  menos mercado crea. Su ámbito es
predominantemente elitista,  sin que esto  implique que no pueda calar en el pueblo o en el lector común, como lo han  demostrado algunos poetas de nuestra lengua (Martí, Darío, Machado, Neruda,  Miguel Hernández, Gabriela Mistral, etc.).

Por lo general, esa poesía de mercado representa  lo trillado  o de fácil acceso a la masa, a tal punto que  se vuelve popular, pero no por ello es de mejor calidad (Buesa, Benedetti,  Cabrisas, Nervo y hasta una zona de Neruda).

El ego siempre estará presente en el  quehacer artístico y literario. El llamado yoismo puede en tiempo y espacio  lograr que otros seres humanos se identifiquen con lo que el poeta siente,  padece o goza. Por ejemplo: Martí en sus Versos  sencillos; Heredia en su Oda al  Niagara;  Miguel Hernández en Vientos del pueblo; Vallejo en Poemas humanos; Whitman  en Canto
a mí mismo
, con un yo cósmico y un ego que responde a lo que Emerson
admiraba en el poeta: “una voz representativa de su  comunidad”. Los Románticos fueron poetas del  ego, pero, como lo demostró Holderlin, escucharon el mensaje de los dioses.

El poeta  moderno, solo  está interesado en que un  público lea sus versos

Yo diría que algunos poetas están  interesados en que lo lean una supuesta élite, la cual  quiere imponer o patentizar una estética  totalizante. En consecuencia, el poeta se despersonaliza en aras de complacer a  quienes pueden otorgarle reconocimiento y, por ende,  responde a patrones  reestablecidos que se  han convertido en tiranías estéticas. Los epígonos de Lezama o los llamados  lezamianos, algo que también se conoce como la metatranca de la poesía cubana  actual, es un buen ejemplo de ello.

Escribe para saciar su ego:

En este caso los poetas que escriben como  maquinas, más bien por puro artificio -striptease  mental o intelectual-, y no ven en la poesía  un acto de revelación en el que el poeta es capaz de escuchar el idioma del silencio,
de develar lo invisible de la cotidianidad. Estos poetas creen que la poesía
debe ser despojada de todo elemento emotivo y que el contenido es  totalmente  prescindible.  Este sectarismo poético  podría conducir a la poesía a un callejón sin salida, a tal punto que la página  en blanco se convertirá  en un poema,  seguramente muy original para ellos. Poesía experimental,  Neobarroco o Neobarroso: ¡con cuántos  sofismas se atavía esta retaguardia de la vanguardia!

Más que un creador es un constructor, un  técnico. Llega a disciplinarse de tal manera, tan sutilmente, que aparenta ser  un poeta; se convierte en un especialista en versos.

Martí, Machado, Lorca, Vallejo, Dylan  Thomas, Paul Celan, Sylvia Plath, etc, fueron poetas de la inspiración, del  corazón, pero esto no entraña un divorcio con las corrientes literarias de su  época. Todo artista y escritor verdadero no escapa de la evolución de la  historia del arte y la literatura. Puede ser un hombre culto, un conocedor y lector de poesía, sin que esto lo condene a ser solamente un especialista del  verso. Una cosa no está reñida con la otra.
En su trance poético quedará reflejado el carácter ecuménico del arte,  en el que aflorará su conciencia estética.  Martí, por ejemplo, recibió estéticamente la influencia de los poetas  franceses de su tiempo, pero su contenido poético tenía la impronta del  trascendentalismo norteamericano. Es imposible que un poeta del siglo xx
escriba como los poetas precolombinos. Nadie escapa a las influencias de su
tiempo. A lo que debemos escapar es a las afectaciones del tiempo que nos toca.
Por ejemplo, la metatranca  cubana es el  gregarismo literario cubano por antonomasia, la masificación de una estética,  un modismo sociocultural, a través del cual el individuo o ente poético  busca reivindicar su importancia dentro de  una sociedad que lo ha privado de su identidad, de su realización personal; en  fin, la metatranca es otra manifestación de la deformación  de una  Isla que ha perdido el contacto con el resto del mundo. Y, amparándose  fundamentalmente en la obra de  Lezama  (que no era lezamiano),  ha  devenido en  ombliguismo estético, vista por muchos poetas y críticos cubanos como una  escritura innovadora a la que hay que plegarse para estar literariamente  correcto;  es decir, en la última moda.

La  metatranca a derivado hoy en  una suerte de especialización, tan refinada y cultivada en la modernidad del ego poético que ha perdido contacto por completo con el segundo tipo de poeta.

La llamada metatranca es una “estética” de la cubanidad  como consecuencia de lo que es la Cuba actual: cerrada, aislada del mundo, con  todas las características de una subcultura. Es una forma snob de pretender ser
algo (muy elevado dentro del subsuelo), de llamar la atención a través de
contorsiones palabristas, cuya originalidad sólo se limita a una especie de
extravagancia  por medio de la erosión  del lenguaje, la cual se ha llegado a masificar entre tantos poetas, que se ha  convertido en una moda (¿es esto originalidad?) Coincido con Flaubert: “El  hombre es su propio estilo”.  

Siempre  la inspiración llevará el sello de la poesía. La poesía es inspiración.
Renevill afirma:

La inspiración es la mejor prueba de que tienes algo que  decir. Al igual que Machado, creo que se escribe por necesidad, sino para qué  escribir.

En  otras palabras el poeta moderno  trabaja con hechos, con objetos; sus vivencias son a través de fuentes muertas,  mientras el místico trabaja con  el asombro, el misterio, con la vida. El moderno es científico y el místico es  religioso.

No siempre son muertas, pues el poeta refleja una  vivencia actual y con ello revela la voz de otros, de los hechos de su tiempo,  y es capaz de predecir los futuros. La poesía también tiene un carácter  místico, y es misterio, asombro y pura vida. El poeta moderno es científico  cuando desprecia los valores eternos de la poesía y se empeña en hacer del  quehacer poético una fabricación estética, análoga a lo que hace la tecnología  con las  computadoras y otros artefactos de la postmodernidad. Mientras el poeta
reconozca  la función reveladora de la  poesía, la necesidad de expresar algo, ya sea intimó o exteriorista, pero con  un sentido de autenticidad  que  plasme su  ser, sin que se limite al malabarismo mental, dejará de ser un poeta
moderno,  para ser de cualquier época,  pues su mensaje y su forma escritural serán atemporales. Parafraseando a Martí:  “todos los temas aunque se hayan tratado, cuando se dicen de una forma  diferente son nuevos”. Y he ahí el secreto del poeta: una conciencia de su  mundo que sea un espejo de su propia experiencia, sin que esto implique una  ruptura con la conciencia estética.  Ni
la forma debe rechazar al contenido, ni el contenido debe rechazar a la forma.

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