-
- El poeta en actos no es un objeto estético, pero aun así representa para el ente abstracto una estética; tiene su propia belleza y su singular arte: es trascendental a cualquier imagen individual. Desciende al hombre como dicha.
- El homagno martiano y el Cemí lezamiano son, por lo pronto, objetos estéticos; su belleza ha sido creada a través de una imagen. Al contemplar esa imagen se produce placer.
- Esa imagen se produce y se crea en un alto nivel de la mente, donde el sueno se confunde casi completamente con la realidad: la “realidad” se crea con el poder de la mente imaginativa. Personas como Martí y Lezama habían accedido a los poderes de la mente imaginativa. Podían crear objeto de arte. Viven a través de ese poder. La realidad exterior se reduce a un sueño.
- La “realidad creada” produce placer: crea un objeto de arte, una identificación. Martí con el homagno y Lezama con Cemí. Esa identificación lo devuelve a un sueño. Al creador y lo creado lo relaciona la identificación. La libertad de la eación se reduce a la identificación. Por eso produce placer.
- El poeta en actos no produce la dicha; él es en sí mismo dicha. La dicha no es una cosa para ser producida y creada. El poeta en actos es solo una transmutación: del placer a la dicha. El placer pertenece a la individualidad, la dicha es de la totalidad; es cósmica. Por el contrario, el homagno martiano y Cemi lezamiano son esfuerzos de la creación individual que produce placer. El ego interviene. En el poeta en actos, por el contrario, hay una entrega. Su creación es entregar al ego a la totalidad. Con el ego se puede conseguir el placer pero no la dicha. Al menos que el ego sea entregado, el ser humano no conocerá la dicha. Y no hay mayor ego que Cemí y el homagno martiano.
- La imagen del homagno y Cemí interioriza placer, en tanto el ego poético se traduce en placer; llaga a sentir momentos de felicidad. Los sentidos absorben la imagen y la traducen en objeto de placer. El objeto como placer llega y se va. Vuelve y se va. No tiene raíces en el creador. Es inconsistente. El placer es aquí la medida temporal de la creación estética. El poeta en actos no sueña a nivel del poder de la imaginación pero sigue soñando a un nivel más profundo. Sueña ahora con la totalidad cósmica, a traves de la imaginación cósmica: Bayam es el término adecuado para la totalidad, que ya ha trascendido al sueño individual de Cemí y al homagno. Tanto para los dos, Cemí y hogmando, Cuba es sueño de Bayam.
- Treinta y nueve días antes de la muerte, Martí declara al pie de la playa de Cajobabos, cuando desembarca en Cuba: ¡Dicha Grande! Comenzaba a soñar con la totalidad. El homagno había quedado al olvido. Acababa de crearse un mito: el mito de la libertad. Habia conocido entonces parte de la existencia, de la historia de la eternidad. Se transformaba en un poeta en actos en cierne. La dicha habia surgido contra el sufrimiento del pasado. Y Bayam es dicha del presente y para el futuro.
Estética de Homagno y Cemí: el poeta en actos entre el placer y la dicha.
Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.
Callejas: Como ves, tenía razón cuando te decía que en vez de crítica de una estética tú postulas otra estética; con la salvedad, además, de que está sustentada en presupuestos éticos, no estéticos. Esa contradicción hace que sea muy difícil establecer una epistemología de ese concepto Poético que produces, en tanto superpone espectros distintos con objetos distintos; y en ese sentido, sería bueno comenzar a definir Qué es un poeta en actos según tu tesis. Ojo, definición positiva, no por contraste con lo que no es, que es un truco viejo de la teología negativa; sino, asumiendo que tiene alguna consistencia, despejarla en su propia materialidad. De otro modo, corre el peligro de diluirse en el discurso, contrario a los cánones de que partes; pues como bien reconoces, tanto Martí como Lezama fundaron una naturaleza, que será singular pero no menos cierta por ello. Bayam ya suena a doctrina re.ligiosa y no a intelección sobre la trascendencia; como poyesis, parece más una aspiración que destino cierto, como no fue el caso de Martí y Lezama.
Un saludo
me sirvio de mucho gracias