¿Cómo crear una práctica de “poeta en actos”? ¿Es la necesidad de ir definiendo cierta práctica para poner en acción lo que en palabras se intenta significar? ¿Qué es un poeta en actos? De hecho un poeta en actos no es.
En verdad, esta ha sido, desde hace tiempo, la mayor inquietud. He propuesto varias veces la idea de una definición y una concepción del poeta en actos, pero a sabiendas de que no cabe en la espaciosidad del futuro. Es riesgo de muchas proporciones hacer mostrar una definición, porque aun cuando se tome partido desde un concepto, pondríamos en entredicho la propia naturaleza del poeta en actos. Un poeta en actos carece de definición, como en la poesía se siente la usencia de cualquier concepto.
El poeta en actos pudiera estar asumiendo dos realidades: la antigua visión de la fuerza de voluntad, o la de avanzar por medio de la ciencia tecnológica a niveles superiores de la conciencia humana. Es decir, crear conciencia desde sí mismo o con ayuda de la ciencia tecnológica. Desde sí mismo se puede adquirir un determinado nivel de existencia si se trabaja duro, asumiendo la voluntad al máximo; las religiones y las culturas han trabajado durante siglos en este sentido, pero no han logrado ningún éxito colectivo.
Primero, definir no constituye una creación. El cristianismo, el judaísmo, el islam, el budismo, todas las agrupaciones y dominaciones religiosas, como también los sistemas ideológicos y filosóficos, han afectado la condición de libertad del ser humano. Van creando una parálisis de crecimiento y, lo que es peor aún, van hundiendo al hombre en una enfermedad que va más allá de lo puramente corporal; van creando la enfermedad más virulenta que enfrenta hoy la humanidad: la falta de sentido para con la vida; van creando el SIDA espiritual. ¿Es esta creación una posibilidad humana?
El “poeta en actos” pudiera ser una contraposición, un antídoto al SIDA espiritual, al malestar que sufre la cultura. De ahí parte sin proponérnoslo una definición. De modo que la concepción no sería una religión para no establecer nuevamente equívocos, como hizo el cristianismo. Como alguien ha dicho, que el cristianismo no tiene que ver nada con Cristo, el “poeta en actos” no tiene que ver nada con ninguna religión: posee una naturalidad religiosa intrínseca que no permanece agrupada en ninguna congregación. Cada poeta es en sí mismo una “religión” y una “técnica”. Un poeta en actos no tendrá ningún mandamiento que seguir; no tendrá ninguna oración que recitar. Un “poeta en actos” cuenta consigo mismo. Es su libertad, su religiosidad.
Ahora bien, ¿de dónde ha salido este nombre que suele denominarse “poeta en actos”? Yo no le inventado, ni tampoco lo he descubierto. He buscado incesantemente en la literatura y la historiografía mundial y este poeta se nos presenta como una condición extra literaria y textual. A veces en la literatura hay señales, asomos, pero este “hombrecillo” vuelve mágicamente a desaparecer de la textura literaria. Fue José Martí el primero en mencionar esta “categoría”, pero nunca la absorbió como un estudio literario. La literatura, sin embargo, nos has hablado incesantemente sobre el SIDA espiritual –una metáfora de lo que Freud denomina el “malestar de la cultura”–, pero nunca se ha propuesto dilucidar el significado del poeta en actos. La literatura es eso, conductismo dentro de la psicología y la literatura humanista. De eso padece nuestra literatura en general. No reconoce en el poeta en actos lo trascendente, lo que Ouspensky llama la literatura de “una posible evolución del hombre”. Hasta ahora nadie ha evolucionado en este sentido –a no ser en el aspecto emocional–, a partir de El Quijote y Hamlet.
En el poeta en actos existe una “religiosidad” natural, propia del hombre. Puede que se llegue desde la voluntad o desde la técnica. Dos aspectos de su condición son las siguientes:
– Que de ser experimentada esa religiosidad muchas cosas sucederían:
a) La curación de cualquier malestar del cuerpo
b) La curación de cualquier malestar psicológico. Lo que expresa la literatura.
c) Alcanzar la “dicha”, la felicidad que trae la poética en actos.
Esto conlleva, desde luego, una práctica y una acción. Una disciplina. Por el momento, es oportuno ofrecer una literatura sobre el poeta en actos.